lunes, 9 de abril de 2012

Carta de autorretrato (Sello de alcohol y ácido palmítico)


A ti.

Padre, cuando nací no estabas pero si existo es por ti.
Mientras aprendía a pestañear me dijeron que tenía tus ojos, y tu voz, me miraban y decían que me parecía a ti tanto como ellos.
Padre, había crecido y me encontraba en ese parque, con un pié en la primavera y otro en el otoño, un mechón de mi pelo se acurrucaba por el invierno y mi nariz recogía el aroma del verano.
...entonces me dí cuenta, no podría tener mi visión del mundo si tenía tus ojos, si todos lo tenían...todos me miraban con tus ojos, todos te veían en todos y así todos eramos tú, ¿y cómo siendo todos uno podemos estar tan separados?

Entonces me lo pregunté, ¿llegaste a estar?

No, no apartes la mirada aún, piénsalo, si no estuviste, mis ojos son míos, y no me parezco a nadie que no sea yo.

Si no estuviste, yo soy yo y lo que veo no es de nadie.
Si no estuviste, todos son ellos mismos y existimos gracias a nuestros propios latidos.
Dime padre, ¿no sería genial que no hubieras estado?

No, no me malinterpretes, quiero que seamos uno, que todos seamos uno, pero una sola voz apenas se oye, una sola mirada no puede apreciar todos los ángulos, quiero que seamos un nuevo ser, algo que no ha nacido aún porque está gestándose, un cuerpo con infinitas voces y todas las miradas, podremos compartir un mismo corazón, no necesitamos más.

Divididos nos marchitamos, y unidos bajo tu nombre nos descabezamos, si debemos estar juntos que sea por nuestro propio nombre, el de la humanidad.

Hasta siempre padre.